sábado, 1 de octubre de 2011

Días de furia

-Quería destrozar algo hermoso.


Recuerdo esta frase del guión de la película el club de la pelea. Hace un rato veía en la televisión un programa llamado "Celebrity Rehab" donde se muestra a modo de reality show el proceso de rehabilitación de las drogas de un grupo de famosos decadentes. En ese episodio había un problema con uno de los participantes, o de los reclusos de la clínica, quien sufriendo la típica sintomatología del síndrome de abstinencia, se había convertido en un barril de pólvora a punto de estallar. Los encargados de la clínica entonces decidienron aplicar una terapia con los pacientes, consistente en permitirles que desataran su furia empleando la violencia contra objetos viejos, como autos, televisores y cosas por el estilo. Uno de ellos, aquel que mencionamos hace un momento, decidió tomar un mazo de esos de cabeza de hierro, y destruyó literalmente dos carros y como diez pantallas de televisión y monitores de computador, mientras gritaba demencialmente.

La cosa me ha hecho recordar aquella cita con la que comencé este post. Quería destrozar algo hermoso, dijo el personaje de Edward Norton después de haber masacrado el rostro de uno de los miembros, después de un acceso de ira. Vivimos tiempos violentos y se nos ha enseñado que tener ira es malo, se nos ha casi obligado a reprimirla, pero me pregunto si tal vez tanto reproche social por la manifestación de una emoción humana tan natural como el cariño o el amor, no habrá sido a la larga perjudicial para nosotros mismos como sociedad. No más es ojear los diarios para observar cómo cada día la ira reprimida se nos esta saliendo de control. Hoy precisamente vi la linda noticia de que un jugador de fútbol en medio de una discusión con un compañero, en un entrenamiento, había decidido darle una patada en el rostro y mandarlo directo a la clínica donde aquel tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por múltiples fracturas maxilofaciales. Insisto, la ira se nos está saliendo de control, tal vez de vez en cuando sea bueno permitirnos perder el control en un ambiente controlado y diseñado para tal fin. Como agarrar a puños un saco de arena de box, o ir a un cementerio de carros tomar un bate y desatar ese sentimiento reprimido. Vi los resultados de la terapia en el programa que les mencioné, y me impresionó. Los comentarios que hacían quienes hicieron parte fueron interesantísimos, jamás me había sentido así desde niño- decía uno. Sentí renacer- mencionó otra.

Tal vez sea un buen momento para destrozar algo hermoso.